Bunge tiene más de quinientos empleados en España y prevé contratar a otros veinte en 2024 para tareas tecnológicas y digitales

Especializada en el procesamiento de semillas oleaginosas, la multinacional agroalimentaria Bunge, nacida en los Países Bajos en 1818, es uno de los más importantes productores y proveedores mundiales de aceites y grasas vegetales especiales. Con sede hoy en Estados Unidos, conecta a agricultores con consumidores para suministrar alimentos esenciales, piensos y combustible.

 

En España opera en el sector agroalimentario desde 1998, tiene tres plantas de molturación de habas de soja en Barcelona, Escombreras (Cartagena) y Ziérbena (Bilbao) y sus oficinas de la capital catalana funcionan como un hub desde donde da servicios de soporte más allá del mercado español.

 

Bunge está comprometida con la creación de rutas alternativas de descarbonización de las cadenas de suministro agrícola y de aceites en su industria y, en esta línea, ha anunciado recientemente la creación de alianzas estratégicas junto a Olleco y Repsol. En nuestro país, también se ha involucrado en proyectos de I+D como AccelerEat, que ha sido seleccionado por el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) del sector agroalimentario, impulsado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.

 

     

 

¿Cuáles son los mayores hitos de la presencia de Bunge en España?

Bunge lleva más de veinte años apostando por el talento local y el crecimiento sostenible del negocio en España, con inversiones continuadas en la modernización y ampliación de sus instalaciones y líneas de negocio. Entre ellas, el inicio de nuestra actividad industrial en 2001 y la construcción de nuevas plantas en Bilbao y Cartagena (2006-2007), la renovación de nuestras instalaciones industriales y oficinas en Barcelona (2020 y 2023) y nuestras alianzas estratégicas más recientes con Olleco y Repsol para ayudar a reducir las emisiones de carbono en las cadenas de suministro agrícola y de aceites. Solamente en 2023, creamos 65 nuevos puestos en la oficina de Barcelona, desde donde 280 profesionales dan servicio al mercado local y a países de Europa, Asia, África y Australia.

 

¿Qué relevancia tiene España en la estrategia internacional de la compañía?

España es un país con gran peso en el sector agroindustrial y es el mayor productor de piensos ganaderos a nivel europeo, por lo que es un mercado muy importante para nosotros. Trabajamos con todas las partes implicadas en esta cadena (desde los agricultores y ganaderos a actores logísticos, compañías alimentarias y energéticas) para fomentar el desarrollo de este motor de la economía y llevar alimentos, piensos y combustibles sostenibles y de alta calidad adonde se necesitan. España es un punto logístico estratégico para Bunge y nuestra cadena de suministro global. Desde aquí servimos tanto al mercado nacional y europeo como a los países del norte de África.

 

Tienen tres plantas de procesamiento de soja y producción de biodiésel. ¿Cómo se produjo su entrada en este segundo mercado?

En 2008, entramos en el sector de biocombustibles tras completar la construcción de nuestra planta de biodiésel en Bilbao, una de las cuatro de este tipo que operamos en Europa. Desde entonces, suministramos biodiésel producido en Bilbao al mercado nacional, a la UE y a Estados Unidos. La actividad en este sector es parte de un compromiso más amplio con la creación de rutas alternativas de descarbonización de las cadenas de suministro agrícolas y de aceites. En esta línea, además, acabamos de anunciar una alianza clave con Repsol para impulsar juntos el suministro de combustibles renovables. Esta alianza representa un paso más en nuestro compromiso y la adaptación continua de los activos de Bunge a las crecientes demandas de alimentos, piensos y combustibles bajos en carbono.

 

En el mercado de aceites han creado una filial en joint venture con la británica Olleco. ¿Qué papel va a tener España en este mercado?

Desde Bunge ponemos a disposición del sector alimentario aceites sostenibles de alta calidad. Olleco Bunge recoge y procesa los aceites ya usados para que puedan emplearse en la producción de biodiésel y darles así una segunda utilización. El objetivo es proporcionar soluciones sostenibles para los aceites alimentarios, que favorezcan la economía circular. No sólo en España, sino en Europa.

 

Acaban de reformar su hub de Barcelona. ¿Qué cometidos tiene este centro?

Desde nuestro hub en Barcelona brindamos servicios a equipos regionales y globales, especialmente a mercados de Europa y Asia, además de las actividades que se llevan a cabo a nivel nacional. Desde esta oficina, nuestros equipos dan soporte a toda Europa occidental en áreas como finanzas, compras, gestión de proyectos, legal y recursos humanos. Contamos con equipos que se ocupan de la ejecución y la administración de nuestras transacciones comerciales en Europa, Oriente Medio y norte de África. Y también, un gran equipo de profesionales en el área de operaciones industriales, sistemas, comunicación corporativa y auditoría. Hemos adaptado nuestro espacio de trabajo al crecimiento del equipo (con 65 nuevos puestos de trabajo creados en el último año) y a las nuevas formas de trabajo para responder a las necesidades de hoy y del futuro y fomentar la colaboración y la innovación. Ha sido una inversión importante para nosotros, y una nueva apuesta en firme por el talento y el trabajo que se hace desde aquí.

 

¿Cuántos empleados tienen en España?

En España tenemos un equipo de más de quinientas personas. Apostamos por la sostenibilidad, el avance continuo en la digitalización de nuestras operaciones y la innovación. Éstas son áreas clave para Bunge que requieren la incorporación de más perfiles en esos ámbitos: ingeniería en digitalización, automatización e interconexión de sistemas de operaciones industriales, científicos y con estudios medioambientales, agricultura regenerativa y desarrollo de ingredientes de alimentación. De hecho, prevemos crear unos veinte puestos más en 2024 vinculadas a iniciativas tecnológicas y digitales.

 

Forman parte del proyecto AccelerEat, que recibirá 19 millones de euros del PERTE agroalimentario. ¿Cuál es el papel de Bunge?

AccelerEAT engloba proyectos colaborativos de I+D+i, sostenibilidad y eficiencia energética para mejorar la competitividad y la productividad de la industria agroalimentaria del futuro. Bunge es una de las dieciocho empresas que promueven este proyecto de innovación y hemos presentado varias iniciativas de eficiencia y digitalización ambiental y de autogeneración de energía renovable. Una de ellas está relacionada con el reciclaje y la recirculación de agua para nuestro sistema de refrigeración, que nos permitirá reducir de forma muy significativa el consumo de agua, la energía y las emisiones de CO2 asociadas. Además, en colaboración con las empresas del sector alimentario que promueven el proyecto, participaremos en la creación de una plataforma para el cálculo de la huella de carbono de los productos alimentarios finales, teniendo en cuenta no sólo la parte industrial (esto es algo que Bunge ya calcula) sino toda la cadena de valor, desde el origen de las materias primas hasta el consumidor final.

 

¿Qué otras inversiones hacen en I+D en España?

Uno de nuestros principales focos es la smart manufacturing o industria 4.0, que combina técnicas avanzadas de producción y operaciones con tecnologías inteligentes integradas para continuar avanzando en materia de eficiencia, sostenibilidad, calidad y seguridad alimentaria. Barcelona y Cartagena son plantas piloto a nivel global, donde tenemos proyectos de IA y predictibilidad en desarrollo.

 

¿Cuáles son los próximos retos a los que se van a enfrentar?

El cambio climático es una realidad a la que nos enfrentamos todos y añade una nueva dimensión al desafío de la seguridad alimentaria, fundamental para Bunge. Tenemos algunos de los objetivos más ambiciosos del sector, como nuestro compromiso de no deforestación para 2025 y el de reducción de emisiones para 2030. Trabajamos para minimizar nuestro impacto medioambiental y satisfacer las necesidades de los consumidores y las comunidades. Esto requiere acciones integrales a lo largo de toda la cadena de valor. Desde el origen, a través de prácticas de agricultura regenerativa, a la transición energética, para contribuir a la descarbonización de la industria, y acciones que favorezcan la economía circular, como la reutilización del agua en nuestros procesos productivos y la generación de fuentes de energía alternativa a partir de deshechos. Pero también requiere cambios en nuestros hábitos alimentarios y la adaptación continua a las nuevas tendencias de alimentación.

 

Fotos: Bunge