España duplica holgadamente la cifra media de robots con que cuentan los países en la industria manufacturera, según los datos facilitados por la Federación Internacional de Robótica (IFR) con respecto a 2016. Frente a una media mundial de 74 robots por cada 10.000 empleados, en España trabajan 160. Como se ve por los datos, el proceso de automatización de la producción se está acelerando dentro y fuera de nuestras fronteras.

Estas estadísticas sitúan a nuestro país a un paso del top ten mundial, que viene encabezado por los 631 robots por 10.000 empleados de Corea del Sur y los 488 de Singapur. En Europa, España se sitúa en sexto lugar, por detrás de Alemania, Suecia, Dinamarca, Italia y Bélgica. En nuestro continente, también superamos ampliamente la media, situada en 99 unidades.

Los diez líderes mundiales a los que sigue España en el listado son: Corea del Sur, Singapur, Alemania, Japón, Suecia, Dinamarca, Estados Unidos, Italia, Bélgica y Taiwán.

Una posición destacada
La situación de España llama la atención también si se compara con países como Francia, donde la media de robots es de 132 unidades. La IFR estima que el proceso iniciado por el actual gobierno galo para recuperar competitividad conllevará la instalación de nuevos robots en los próximos años, y se calcula que el país vecino crecerá un 10% este año, y entre el 5% y el 10% hasta 2020, frente a un crecimiento previsto en Alemania del 5%.

Otro país que queda por detrás de España es el Reino Unido, el único miembro del G7 que se sitúa incluso por debajo de la media mundial, con 71 unidades y un modesto puesto 22 en el ranking.

Según el presidente de la IFR, Junji Tsuda, “la densidad de robots es un excelente estándar de comparación para tener en cuenta las diferencias en el grado de automatización de la industria manufacturera en varios países”.

Según los datos de la IFR, el promedio de robots ha crecido de los 66 en 2015 a los 74 en 2016. Frente a la media de 99 unidades de Europa, la de América es de 84 unidades, y la de Asia, de 63, lo que dibuja grandes contrastes entre los líderes indiscutibles del ranking y el vagón de cola.